lunes, 19 de diciembre de 2011

¿China sigue siendo comunista? Ellos dicen que sí


Cuando el periodista Andrés Oppenheimer en su libro “Basta de historias” afianza la doctrina capitalista China como la más acertada para abarcar el mercado mundial, no está equivocado. El gobierno chino advierte la necesidad de miles de gerentes y administradores (75.000 exactamente) para la próxima década, (ya hay creadas 126 universidades de negocios) quienes se encargarán de seguir enriqueciendo el monopolio económico creado por el Partido Comunista, el cual evidencia el disfraz que esconde al potente capitalismo que gobierna la nación. 

Esta China comunista, revolucionaria, liberadora, que en sus comienzos (1921) estuvo caracterizada por intensas campañas de reformas económicas e ideológicas como el Gran Salto Adelante o la Revolución Cultural, fue repentinamente maniobrada por ideólogos de tipo capitalista, por lo que el sentido político primordial se degradaba. Suerte! China cambió, estaba logrando construir edificios inexistentes en los colegas países. China se convertiría en un país habitado por rascacielos que, como al escritor antes mencionado, sorprendería por la presencia de grúas trabajando día y noche como “aviones avanzando en la oscuridad”.
Con esto queda más que escondido el rol del llamado Partido Comunista, el cual ya está pensando en su próximo sucesor. 
Si bien existe el dicho “no se puede tapar el sol con un dedo”, habrá que aceptar que tampoco se puede invertir en salud antes que en tecnología, al menos así lo descifra su gobierno que, desde hace más de dos décadas ha confiado en el futuro del pueblo gracias al esfuerzo de las familias quienes por ejemplo tienen que trabajar largas horas para colocar a sus hijos en las mejores escuelas del país y terminar en las mejores universidades; confiando así mismo en las estrategias de entidades privadas para asegurar su lugar en el ranking de las potencias mundiales.
Definitivamente China enseña capitalismo, así lo describen muchos medios, lo dicen paradójicamente exaltando los edificios, las luces, el mercado, los negocios de las grandes ciudades, olvidándose de quienes no están en vueltos en las urbes. El reduccionismo del buen vivir al vivir sujetos al incentivo económico, “innovador” que aspiran las entidades capitalistas son bárbaras. Sin duda China está dando una lección que representa la vida apurada del ser humano, sujeto a su sociedad sesgada por un objetivo: tener más que… ,  ser más que… , producir más que …, así esto conlleve a consumirnos.










Por: Narcisa Rendón

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