¿Qué es lo que está mal? ¿Por qué hay que cambiar el sistema? La respuesta es: Porque somos esclavos.
TODO ES MENTIRA
El primer paso para un análisis correcto de la realidad es aceptar que todo es mentira. Si no partimos de esta premisa, seremos incapaces de llegar a conclusiones correctas. Hay que dudar de todo para entenderlo todo. No estamos obligados a admitir lo dado, incluyendo ideas, leyes, costumbres e instituciones, por mera inercia, renunciando con ello a valorar si nos sirven, lo que es lo mismo que renunciar al pensamiento.
Nos han amputado la capacidad de formularnos preguntas que resultan perfectamente naturales pero que ya no surgen porque las fuentes del pensamiento crítico han sido desecadas con toda intención en nuestros cerebros.
Las cárceles, los policías, los carros de combate en las plazas públicas, todo eso quedó anticuado. La cárcel está dentro, en la profundidad de nuestro pensamiento, que sólo por ignorancia creemos nuestro.
Sostengo que todo es mentira, incluyendo las declaraciones solemnes de dignidad y libertad individuales, y que el ciudadano se ha transformado en tornillo de una gran maquinaria cuyo fin es perpetuar la dominación y propiciar que una minoría pueda amasar un poder inmenso a costa del resto.
CREANDO AL ENEMIGO
Nada proporciona tanta cohesión social como un enemigo común. De conformidad con ello, en la democracia occidental hemos generado un interesante sistema de referencias. Nos definimos a nosotros mismos por nuestros valores de dignidad y respeto al individuo y sobre todo por nuestra repugnancia ante los sistemas autocráticos. Al repetir continuamente que estamos en frente y en contra de toda dictadura, alejamos la sospecha de que nuestro propio sistema pueda ser también una dictadura.
Al mismo tiempo, ese sistema de referencias conduce al sentimiento de que el único refugio posible contra el peligro de la dictadura es nuestro sistema. Quienes nos dominan y nos controlan han desarrollado la fórmula idónea para que abracemos, convencidos, la dictadura encubierta como único amparo posible contra la dictadura manifiesta.
DISPONIENDO LA ESCENOGRAFÍA
El sistema nos proporciona apariencias convenientes para que creamos que vivimos en una sociedad justa. Tenemos textos constitucionales que protegen ciertos derechos básicos y gozamos de la posibilidad de discrepar, en especial siempre que lo hagamos de forma razonable y prudente. El aborrecimiento que el sistema profesa hacia todo sistema totalitario forma parte de la misma escenografía. Si no existieran esas moderadas dosis de libertad, el sistema no sería creíble. Resulta imprescindible escenificar el derecho a la discrepancia, la posibilidad de rebeldía y la existencia de autonomía personal, para que nos convenzamos de que la democracia parlamentaria en el seno de una economía de mercado es el mejor sistema posible, de que no cabe esperar nada más y de que cualquier aventura que no respete esos patrones es como asomarse al abismo y terminará mal.
Nuestra democracia nos ofrece un catálogo de derechos y libertades que en unos casos constituyen
una mera formalidad y en otros una simple mentira que no es más que una pequeña parte de la mentira general. Estas mentiras son los ladrillos de un decorado hecho para crear la ilusión de que somos socialmente felices y de que todo va bien.
Texto por:
Todo es mentira
Breve compendio de ideas sobre el sistema
© José Ortega 2010Breve compendio de ideas sobre el sistema
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